viernes, 6 de febrero de 2009

¿QUE VE DIOS EN TU CORAZÓN?

David es el menor, el más pequeño, el menos tomado en cuenta para las tareas importantes de la casa. Su padre y hermanos creen que su lugar es con la ovejas, en las praderas, acompañado de su arpa, ah!, y de su onda. Todos admiran los hijos de Isaí, especialmente a Jonadab, Eliab y Sama, los tres mayores. Tienen un físico impresionante, rasgos finos y mirada de guerrero. Son los galanes de Belén. Los que aparecen en las portadas de las revistas GQ o Mens & Health. Pero el último, David, solo tiene la admiración de sus ovejas y la compañía de su musa para escribir y cantar salmodia en la colinas de Belén. Quien puede imaginar que aquella mañana, muy cerca del medio día, el viejo Samuel verterá aceite de unción en él. Pues ni el mismo Samuel lo imagina. Solo Dios, que crea los caminos, que acomoda los planetas y las circunstancias, tiene puestos sus ojos en David, el pequeño, el pastor de ovejas, el olvidado.

Es confortante que cuando los ojos de los hombres, de los líderes y aún de la familia, no tienen  sus ojos puestos en ti, el Señor sí. Él no te olvida, él sabe que estás  con las ovejas, que estás en las tareas sencillas, pero tiene una unción especial para ti, y pronto, más de lo que puedas imaginar, aparecerá la oportunidad de tu vida. No eres el olvidado para Dios. Tan solo estás donde hoy no están los reflectores de la alfombra roja, en el desierto de la ignominia, ese lugar donde Dios prepara a los Davids, a los Josés, a los Moisés y  a los Aventureros, Conquistadores y Guías Mayores.

Y es que los Goliats, hoy más que nunca, se yerguen mofantes y gritones, y por momentos es válido que dudemos si estaremos listos para una gran obra. Cree que sí. Tus lideres, pastores, directores, consejeros, ancianos, también comenzaron cuidando las ovejas, también pasaron por la formación en las tareas sencillas, también practicaron 1101 veces el tiro con la onda antes de atinarle a algo. La diferencia la hizo la perseverancia, el coraje, la fe, la voluntad diaria, la ilusión y la esperanza de que su momento llegaría. Siempre que permanezcas en Cristo, tu momento de unción llegará, el momento que Dios diga, “a éste quiero”, tu mismo te sorprenderás, pues pensarás que tienes otros “hermanos mayores” más calificados para la tarea. Pero recuerda, Dios no “mira los que está delante de los ojos, Él mira el corazón”. Que confortante es eso. Saber que Dios mira mi intención, mis ganas, mi humildad, mi sencillez, mi voluntad, mi sinceridad, mi compromiso. No soy el mejor a los ojos de los hombres, pero soy el indicado según Dios, por lo que ve en mi corazón. Cabe la pregunta ahora, ¿Qué es lo que Dios ve en mi corazón? La pregunta no es para Dios, es para mi. Si estoy desalentándome a cada paso, si desconfío, si quiero ganar transgrediendo las reglas, si creo que “el fin justifica los medios”, si ofendo a otros, si compito con otros, si desprecio el consejo de mis líderes, si no honro a mis padres, si no soy honesto en lo más mínimo,  ¿Cómo podré esperar ser llamado a una vida de bendición y victorias? Cuando estaba en mis primeros dos años de estudios en Teología, mi espíritu era autosuficiente, despreciaba a mis líderes, trataba de ir en contra de las reglas. Me expulsaron del club de Guías Mayores y casi me expulsaron de la universidad. Pero un profesor habló conmigo y me dijo que había algo a mi favor, que ya estaba en el lugar donde Dios podía hacer una obra en corazón. Al siguiente año el Ptr. Alejandro Bullón fue invitado a la semana de oración de la universidad y esa semana algo ocurrió en mi corazón. Experimenté una rendición total a Jesús y le pedí que si veía algo bueno en mí me lo mostrara. Porque no quería seguir sin una confirmación de su llamado. Semanas después el pastor  y la iglesia de Mutualismo, iglesia donde hacía mis prácticas ministeriales, me pidieron que fuera el predicador para la campaña de evangelismo. Yo me sentí sorprendido, pues hasta entonces creía que había otros compañeros con gran talento para la predicación. A mi nunca me invitaban para algún devocional en ningún evento. Siempre me invitaban a cantar. Ah!, pero Dios  veía mi corazón y mi futuro. Gloría a Dios porque el ve el corazón! Todavía admiro a otros por su predicación. Pero sé que Dios miró mi corazón y desde 1991 encontró un corazón dispuesto a ser modelado por esas manos que modelaron las vidas de la gente mas sencilla pero con corazón dispuesto.

Créelo! No por mi testimonio, sino  por el de Pedro, Jacobo, Juan, David, Gedeón, y todos tus demás héroes. Créelo! Porque conoces personas sencillas a los que Dios vio en su corazón. No eran los olvidados, solo estuvieron en preparación para lo que son hoy. Así que, cobra ánimo, pues quizá, tal vez, a lo mejor, hoy  o mañana puede llamarte el Señor. Te traerá de entre los rebaños, de las tareas sencillas y te pedirá que lideres su iglesia y que venzas goliats en Su Nombre.  

Benjamín  Carballo. Escrito 06 de febrero de 2009

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